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Gustave Geley nació Francia el 13 de abril de 1868 y desde niño tuvo interés por los recuerdos, mismos que más adelante, confirmó, nunca se borran del espíritu.
En ese mismo periodo de su infancia también descubrió que los propios ensueños o recuerdos son experiencias espontáneas de percepción personal que van estableciendo lo que se llama “una fenomenología paranormal”, misma que permite aseverar que efectivamente existe la preexistencia y supervivencia del espíritu al nacimiento y muerte del cuerpo físico.
Estas inquietudes llevan a Geley a realizar estudios médicos y ejercer de manera brillante su profesión entre 1894 y 1918. Durante la llamada Guerra Europea conoció al Profesor Rocco Santoliquido, descubriendo el mutuo interés que tenían por las investigaciones psíquicas.
Posteriormente, en 1896 ingresó a la “Société d'Études Psychiques” Suiza y al año siguiente publicó su “Ensayo de Revista General y de Interpretación Sintética del Espiritismo”; en 1899 publicó “El Ser subconsciente”, coincidiendo con el inicio de la impartición de conferencias en la Universidad de Annecy, desarrollando aún más las tesis planteadas en sus dos obras anteriores, pero argumentando con más vehemencia su afirmación de que la reencarnación existía.
Posteriormente, entre 1916 y 1918 estableció contacto con Madame Vison e iniciaron una serie de experimentos desde el punto de vista científico, con la famosa médium Eva Carrier (y también posteriormente con los médiums polacos Franek Kluski en 1919 y entre 1921 y 1923 con Jean Guzik), estudios que coincidieron con la fundación del Instituto Metapsíquico Internacional en Paris, misma que por desgracia sufrió una campaña de difamación impulsada por un sector de la Iglesia Jesuita Francesa.
En el año de 1920 fundó la Revue Métapsychique, en la que fungió como director, lo que le animó a seguir publicando libros sobre el tema del espiritismo y a seguir realizando experimentos sobre la mediumnidad.
Murió en 1924 de una manera muy extraña: realizaba una visita a Polonia en plan de investigación y experimentación con varios médiums, especialmente con Jean Guzik, y cuando intentó regresar a París, varios pilotos de avión a los que intentó contratar se negaron a hacer el viaje, hasta que a regañadientes uno aceptó: a los pocos minutos de haber despegado y de manera inexplicable, la pequeña aeronave se precipitó a tierra, provocando la muerte de sus dos ocupantes.
De entre su extensa obra destacan los siguientes libros: “Ensayo de Revista General y de Interpretación Sintética del Espiritismo” (publicado en 1897) y que actualmente está considerada la mejor síntesis de la Ciencia Espírita; “El ser subconsciente” (editado en 1899), donde centra sus estudios en las actividades del ser subconsciente, en el que señala que en el ser subconsciente permanece (como todo el Espiritismo) inalterable, y sin real explicación por la psicología materialista, el conocimiento; “Del Inconsciente al Consciente” (difundido en 1919) y donde presenta una síntesis de la Evolución en sus dos aspectos: espiritual y biológico; es decir, evolución de la psiquis (alma) a través de las vidas; y “La ectoplasmia y la clarividencia” (aparecido en 1924), en la cual detalla sus experiencias con Stephan Ossowiecki, así como las pruebas con «moldes de manos materializadas» obtenidas con Franek Kluski, señalando que el origen paranormal de estos moldes, como el de tantas y tantas experiencias, se impone de manera ineludible, ya se trate de un origen «mental» del propio médium o de espíritus desencarnados.
Entre sus postulados destacan:
“Yo soy reencarnacionista por tres razones; porque la doctrina palingenésica me parece desde el punto de vista moral perfectamente satisfactoria; desde el punto de vista filosófico absolutamente racional y desde el punto de vista científico verosímil o mejor dicho, probablemente cierta”.
“El objeto de las correspondencias cruzadas es eliminar en lo posible la hipótesis Telepática como explicación de los conocimientos inesperados que aparecen en los mensajes de los médiums. A tal fin, los mensajes, en lugar de ser transmitidos íntegramente a un solo médium, lo son, por fragmentos, a médiums diversos, alejados los unos de los otros, no teniendo relación entre sí y a veces sin conocerse siquiera".
Ashé,
