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William H. Mumler nació 1832 en Estados Unidos, en la ciudad de Boston, concretamente en Massachusetts y es considerado el primer fotógrafo espiritista en la historia. Según los registros, en el año de 1861 Mumler descubrió accidentalmente que en sus fotografías se captaban “cosas” que el ojo humano no percibía: los espíritus de los muertos, fenómeno que convirtió en un rentable negocio que con el tiempo se transformó en un escandaloso litigio ante los tribunales.
La biografía de Mumler es bastante difusa. Se dice que era joyero y fotógrafo aficonado, sin embargo, a partir de su descubrimiento comenzó a ofrecer sus servicios como médium capaz de fotografiar a los espíritus, lo cual coincidia con los primeros registros de esudios realizados sobre manifestaciones espiritistas en Nueva York, sin embargo, este fenómeno históricamente también surge cuando Estados Unidos se encuentra inmerso en la guerra civil, por lo que este tipo de fotografías se convierte también en un testimonio de la muerte de muchas personas, cuyos familiares vivos ante la incertidumbre contribuyeron a su auge.
Según sus biógrafos, Mumler descubrió en un autoretrato la forma una mujer en el negativo, la cual, tras estudiarla lo llevó a afirmar que era muy parecida a una prima muerta, lo que lo llevó a afirmar que era una fotografía del más allá ante todo aquel que quisiera escucharlo. Con el tiempo dedicó todo su tiempo al negocio de la fotografía, por el que cobraba 10 dólares por sesión y en la que garantizaba a sus clientes la aparición de sus familiares muertos en las placas.
Sin embargo, a la par de este auge, surgieron los incrédulos que acusaron a Mumler de ser un timador, dando esto origen a gran especulación sobre su trabajo, lo que llevó a un especialista a publicar un texto en el periódico Atlantic Monthly, en el cual explica los trucos de de Mumler para montar sus fotos.
Ante esta situación, y dado que los “espíritus”aparecían vestidos con ropas de la época, Mumler afirmaba que después de la muerte había una tierra idílica con colegios, huertas, ranchos y relaciones personales entre los espíritus de los difuntos. Este tipo de afirmaciones menguaron su negocio, pues al afirmar situaciones así dieron más pie a sospechas de estafas, notas acusatorias en periódicos y a críticas de conotados espiritistas, llegando incluso a ser acusado (con toda la ridiculez que esto implica) de robar con anticipación fotos de familiares muertos a gentes que habían acordado retratarse con él, lo que finalmente lo llevó a cambiar su residencia a New York.
En esa ciudad de Mumler tuvo nuevamente su auge económico-comercial con sus fotografías, pero también con el tiempo acumuló detractores, hasta que cierto día un alguacil encubierto llegó pidiendo una foto en espera de encontrarse con su familiar muerto, lo cual, al no aparecer en la fotografía, llevó al inicio de una investigación policiaca contra el fotógrafo, que lo llevó finalmente a ser arrestado acusado de “estafar a gente crédula con lo que él llamaba fotografías de espíritus”.
Fue llevado a jucio, pero más que ser acusado por fraude, lo que la sociedad estaba enjuciando era el creciente movimiento espiritista, de aquí que muchos de los asistentes a las audiencias fueran verdaderos espiritistas. Entre los acusadores destacó el propio alguacil con su testomonio, mientras que entre los defensores varios fotógrafos aprobaron el trabajo de Mumler sin detectar ningún truco. Entre los testimonios destacó el de una persona enviado por el diario The Sun, quien aseguró que era su difunta mujer la que aparecía en sus fotografías, afirmación que todos sus amigos corroboraron.
Según se consigna en los diarios de la época el testimonio más impresionante “fue el de Luthera Reeves, que identificó el espíritu de su foto con el hijo que había perdido. Su chico, explicó, había sufrido la misma desviación de columna que el espíritu”, lo que puso en serias dificultades al fiscal, dejando el testimonio del alguacil como insuficiente para probar actividades fraudulentas al fotógrafo.
A lo largo de diferentes sesiones se presentaron testimonios a favor y en contra de las fotografías espiritistas, hasta que se pronunció un confuso veredicto: el juez estaba de acuerdo de que Mumler utilizaba el “engaño y el fraude” en sus fotografías, sin embargo, le dejaba en libertad al no poder determinar las técnicas que usaba para sus trucos. Fue una decisión que no satisfizo a ninguna de las partes, más el movimiento espiritista de la época celebró el triunfo y si bien es cierto que a Mumler el caso le benefició en términos de popularidad, su reputación y su economía se vieron perjudicados, lo que le obligó a volver a Boston donde retomó sus actividades pero de manera modesta.
Es en esta época cuando realizaría su foto más famosa: la de la viuda de Abraham Lincoln su espíritu presente.
De acuerdo al testimonio “Mary Todd Lincoln entró en el estudio de Mumler oculta bajo un velo negro y dando un nombre falso… Mary, destrozada por el asesinato de su marido había recurrido al espiritismo para obtener consuelo… así que decidida a no dejarse engañar, no reveló su rostro hasta justo el momento de la foto. Mumler no la reconoció hasta que reveló la fotografía, el momento en que el espíritu de su marido apareció detrás de ella, apoyando sus manos sobre sus hombros”.
William H. Mumler murió en 1884 en la extrema pobreza (no sin antes destruir todos sus negativos para que nadie pudiera seguir cuestionándo su trabajo), pues nunca consiguió recuperarse de los miles de dólares que le costó su defensa durante el jucio. Pese a todas su vicisitudes, él mantuvo hasta el final que él era “únicamente un mero instrumento” para la revelación de la existencia de un mundo espiritista paralelo al de los vivos.
Ashé,

pd: a los interesados les recomiendo revisar en internet las fotografías de este cuestionado médium (hay bastantes) y saquen sus propias conclusiones.